Clonar mascota es posible, pero la ciencia advierte de riesgos poco conocidos

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La clonación de mascotas ha pasado en pocos años de ser un experimento científico puntual a convertirse en un servicio disponible para particulares con alto poder adquisitivo. El auge de esta práctica, impulsado por los avances tecnológicos y por casos conocidos de celebridades que han clonado a sus animales de compañía, ha reabierto el debate sobre sus implicaciones reales.

Expertos en biología y bienestar animal subrayan que, pese a la promesa de "recuperar" a una mascota querida, el proceso está lejos de ser sencillo y plantea riesgos relevantes.

De la oveja Dolly a las mascotas domésticas

La clonación animal dio un salto decisivo en 1997 con el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Desde entonces, los científicos han logrado clonar distintas especies, entre ellas ratones, hurones, ovejas, caballos, perros, gatos y ganado.

El principio es siempre el mismo: obtener una réplica genética exacta del animal original. Igual que ocurre con los gemelos idénticos, los clones comparten el mismo perfil genético que el donante del material celular. Sin embargo, los especialistas recuerdan que genética y resultado final no son sinónimos.

Cómo funciona la clonación de animales

El procedimiento utilizado se denomina transferencia nuclear de células somáticas (SCNT). Consiste en extraer el núcleo de una célula del animal que se desea clonar y transferirlo a un óvulo al que previamente se le ha retirado su propio núcleo.

Si el proceso tiene éxito, ese óvulo comienza a dividirse y se implanta en una hembra sustituta, que gestará al clon hasta el nacimiento. Aunque la técnica se investiga desde hace más de un siglo, la tasa de éxito actual ronda solo el 16 %, lo que implica numerosos intentos fallidos.

El mito de la copia idéntica

Uno de los principales malentendidos sobre la clonación de mascotas es la idea de que el animal clonado será idéntico en todos los aspectos al original. Los expertos advierten de que esto no es así.

Aunque el ADN sea el mismo, el comportamiento y la personalidad no pueden replicarse. Estos dependen en gran medida de la experiencia vital, el entorno, la socialización y la relación con las personas. Sin reproducir exactamente las mismas condiciones de crianza, rutinas y estímulos, el resultado será un animal diferente.

Incluso la apariencia física puede variar. Un ejemplo citado con frecuencia es el primer gato clonado, conocido como "CC": aunque el donante genético era un gato calicó, el clon nació con un pelaje marrón debido a diferencias en la expresión de los genes.

Riesgos para la salud de los clones

La clonación también plantea incertidumbres sanitarias. Estudios previos han señalado tasas elevadas de mortalidad temprana en animales clonados. En el caso de los lechones, hasta el 48 % murió durante el primer mes de vida en una investigación citada por especialistas.

En clones de ganado se han descrito problemas musculoesqueléticos, como cojera y alteraciones tendinosas. Algunas investigaciones iniciales apuntaron a un mayor riesgo de osteoartritis temprana, aunque estudios más recientes no lo confirman de forma concluyente.

Además, si el animal original padecía una enfermedad genética, el clon heredará el mismo riesgo, lo que obliga a valorar cuidadosamente el impacto a largo plazo sobre su bienestar.

Dilemas éticos y legales

La clonación de mascotas abre también un debate ético. Los animales no pueden consentir el uso de su material genético, que puede obtenerse antes o después de su muerte. La extracción de óvulos para el proceso de SCNT implica tratamientos hormonales y cirugía en animales donantes, y la gestación puede conllevar pérdida del embarazo o anomalías congénitas en las madres sustitutas.

En el Reino Unido, la clonación comercial de mascotas no está permitida actualmente, al considerarse una forma de experimentación animal. No obstante, es posible conservar muestras de tejido y recurrir posteriormente a laboratorios extranjeros, siempre que el coste lo permita.

Un precio solo al alcance de unos pocos

El factor económico es determinante. La clonación de una mascota suele superar los 50.000 dólares (unos 37.800 euros). Los expertos señalan que esa cantidad podría destinarse a mejorar el bienestar de muchos otros animales, especialmente los que esperan adopción en refugios.

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