Carlos Ruiz Osias
Girona
21/12/2025 16:25 Actualizado a 21/12/2025 16:35
Muy pocos equipos, por no decir ninguno, han vivido un año de tanto contraste como el Girona. El club empezó el 2025 escuchando los últimos acordes de la Champions, melodía casi divina para la entidad, y está acabando diciembre, al son de unos amargos villancicos, instalado en una cruda realidad de la que no consigue escapar. La ensoñación europea dio paso a un rosario de malos resultados en la segunda parte de la pasada temporada, coqueteando hasta la penúltima jornada con el descenso, que están teniendo continuidad este curso.
Los de Míchel cerraron en Montilivi doce meses que se han saldado con solo 8 victorias en 41 partidos por 23 derrotas, la última este domingo ante un Atlético de Madrid al que le bastó tirar de oficio, aplicando su ABC en las dos áreas, para reducir a un oponente incapaz de hacerle daño. Pese a que son un miura de la Liga, candidatos al título, los colchoneros llegaban al duelo con solo dos triunfos de visitantes, razón por la que el Girona soñó con lograr un inesperado regalo navideño, como ante el Real Madrid. Pero la inoperancia ofensiva, otra vez desconectado Vanat, y la tibieza defensiva, esta vez retratados Arnau y Vitor Reis, explicaron de nuevo porque los gironins llevan 16 jornadas en las plazas de descenso.
Koke marcó tras un mal despeje de Arnau y el chut de Gallagher que acabó en gol lo desvió Vitor Reis
La principal duda que asaltaba al Girona era cómo suplir la ausencia de Ounahi, ya en la Copa África. Se colaron en el once Francés, cuya entrada envió a Arnau al centro del campo, y también Joel Roca, aunque las funciones del marroquí, totalmente cruciales, recayeron en Iván Martín, que adelantó su posición en la medular. La baja del de Casablanca se notó ya de inicio, poco inspirado en los últimos metros un Girona que no logró hincar el diente a un rival físico y bien ordenado atrás.
Los blanc-i-vermells necesitaban cocinar más la jugada, con pases que finalmente no conducían a buen puerto, mientras que los madrileños, más directos, tenían claro el guion a escribir: velocidad en la transición, con Giuliano, Julián Álvarez y Sørloth como estiletes, y en los ataques posicionales estresar con constantes balones aéreos a la peor zaga, por números, de la Liga. Y al final la defensa se agrietó con otro error de bulto, el enésimo del año. No acertó a despejar Arnau un esférico caído del cielo y Koke aprovechó el balón manso en la frontal para conectar un gran disparo a la escuadra. Un golazo imposible para Gazzaniga.
Con el marcador a favor, los de Simeone cedieron, como casi siempre, metros a un Girona que creyó controlar la situación sorteando con relativa facilidad la presión alta y manejando el balón. Pero la posesión, totalmente inocua, ni siquiera inmutó a la poblada área colchonera. Sin clarividencia, los de Míchel solo alcanzaron los tres palos a balón parado. Tras dos intentos de remate, Witsel cazó un disparo franco que se topó con el paradón de su excompañero Oblak. La única mala noticia para el Atlético fue la lesión de Nico González. Aunque algunos en las filas visitantes debieron pensar que no hay mal que por bien no venga. Salió Gallagher en sustitución del argentino y a los diez minutos marcó con la colaboración de Vitor Reis, que cambió la trayectoria del disparo al intentar despejar el lanzamiento.
Con dos goles abajo y ante un oponente especialmente rocoso, la misión se tornó en casi imposible para un Girona que no se lo acabó de creer en la segunda parte. Ni Tsygankov, esta vez sin la chispa de Anoeta, ni las entradas de Bryan Gil , Asprilla y Lemar, cedido por el Atlético, resquebrajaron la compostura del Atlético, que solo concedió una internada de Álex Moreno tapada de nuevo por Oblak. Los blanc-i-vermells lo siguieron intentando con balas de fogueo mientras Sørloth trataba de cazar su gol y Koke, tras otro disparo de primeras, acariciaba su doblete. En la banda parecían competir Simeone y Míchel por ver quién era más vehemente, hasta que el de Vallecas, en su partido 200 en el club, se resignaba con los brazos en los bolsillos al ver el gol en el añadido de Griezmann. El deseo del Girona para el 2026 es claro: evitar un descenso que pasa por mejorar mucho tanto en ataque como en defensa.

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