En la capital rusa se afrontan las próximas fiestas de Año Nuevo con satisfacción por el giro de 180 grados que ha dado Estados Unidos este año, y que en diciembre se ha terminado de concretar con la nueva Estrategia de Seguridad Nacional firmada por Donald Trump.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, austero y prudente en sus declaraciones, dijo que pedir la cooperación rusa en asuntos de estabilidad estratégica en lugar de calificarlo de amenaza es un paso positivo. Pero en el mundo académico y entre los publicistas se ve un significativo “éxito táctico” de Rusia.
El documento de 33 páginas publicado por la Casa Blanca a principios de este mes describe la reorientación de la política exterior de Estados Unidos, que se traduce en centrar los recursos militares en el hemisferio occidental. A eso le acompaña la adopción de una actitud de confrontación con los actuales dirigentes de Europa sin precedentes hasta ahora. Y enmarca la posición de Trump de “Estados Unidos primero” en la doctrina Monroe, cuando en 1823 el entonces presidente estadounidense, James Monroe, advirtió a las potencias europeas que respetaran la influencia de Estados Unidos en Occidente.
Rusia apenas se menciona en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos
Pero en Moscú se han alegrado sobre todo de la poca atención que se da en el documento a Rusia (a la que se menciona en 10 ocasiones; en 21 a China y en 49 a Europa). Y cuando se la menciona, se hace para dejar de considerarla una “amenaza directa”. Por el contrario, Washington quiere ahora restaurar la estabilidad estratégica con ella, lo que considera una prioridad clave para Europa. Con el paso dado por Trump, las relaciones entre las dos potencias vuelven a la “configuración de fábrica”, ha escrito esta semana Fiódor Lukiánov, director de la revista Russia in Foregn Affairs, utilizando un símil informático.
El éxito de Moscú puede ser doble, porque este giro se produce en medio de las discusiones y negociaciones para solucionar la guerra en Ucrania. Después de muchas ideas y venidas, Trump parece haber aceptado las tesis de Rusia y dado la espalda enfadado a sus propios socios europeos, a los que acusa de “albergar perspectivas poco realistas” sobre el fin del conflicto armado entre los dos países eslavos. Esta nueva perspectiva difiere de la que tenía la administración de Joe Biden, que enfatizaba la “guerra no provocada” que inició Rusia y se llamaba a contener la agresión de Moscú.
Trump parece haber aceptado las tesis de Rusia y dado la espalda enfadado a sus propios socios europeos
Rusia se está frotando las manos. “Hay formulaciones en contra de la confrontación y hacia el diálogo, la construcción de buenas relaciones. Eso es lo que está diciendo Vladímir Putin”, el presidente ruso, aseguró Peskov en sus primeras reacciones.
“Los líderes europeos se quedaron sin aliento, en primer lugar porque se dijo claramente que Europa en este tipo de América ya no es necesaria. La estrategia de Trump es Estados Unidos, primero. Esto significa que el mundo que imaginamos probablemente ha terminado”, opina el politólogo ruso Serguéi Karanújov, experto en los servicios de seguridad.
Se ha impuesto también la visión comercial del multimillonario de Nueva York. Desde las primeras negociaciones que impulsó Trump este año, Rusia jugó la baza de aprovechar los contactos sobre Ucrania para intentar recomponer la catastrófica relación que había quedado después de que en febrero del 2022 Putin lanzase a su Ejército contra el país vecino.
El llamamiento de estabilidad estratégica con Rusia abre una ventana para las negociaciones
Por eso, uno de los pesos pesados en esos contactos ha sido Kiril Dimítriev, jefe del Fondo de Inversión Directa de Rusia, un fondo soberano ruso, enviado especial del jefe del Kremlin para asuntos económicos y que ha estado en las negociaciones desde el principio. “Necesitamos hacer proyectos conjuntos, incluso por ejemplo en el Ártico. Los proyectos conjuntos nos permitirán tener más éxito”, dijo en febrero durante los contactos en Riad (capital de Arabia Saudí). Y este mes de diciembre ha sugerido que “Rusia podría sustituir a Reino Unido en un importante acuerdo tecnológico con Estados Unidos”.
Dimítriev ha propuesto también proyectos que podrían parecer quimeras, como rescatar el viejo proyecto de construir un túnel en el estrecho de Bering que una Rusia y Estados Unidos por Chukotka y Alaska.
El politólogo americanista Yevgueni Uvárov entiende que ahora en Estados Unidos “hay un claro deseo de distanciarse de los conflictos agotadores, como indican los pasajes del documento dedicados a Ucrania”. Según el experto, el llamamiento de estabilidad estratégica con Rusia “abre una ventana para las negociaciones, posiblemente sobre Ucrania y el control de armas”, explica.
Pero Trump, que ya hizo a muchos en Rusia levantar copas de champán tras su primera elección en el 2016 y luego decepcionó, no despierta mucho entusiasmo para el futuro. Peskov ha recalcado que Rusia estará vigilante y ha advertido que “las fuerzas del deep state luego hacen las cosas de manera diferente”. Y los expertos en Rusia comparten esta prevención.
A pesar del éxito táctico logrado este año, “sin embargo, en una perspectiva estratégica a largo plazo, nos enfrentamos a un enorme desafío”, ha advertido Uvárov en el tabloide Moskovski Komsomólets. Según él, que Estados Unidos hable abiertamente de su superioridad absoluta destruye el fundamento de la estabilidad estratégica, el principio de la destrucción mutua asegurada si las potencias nucleares se enfrentan.
“Inevitablemente, la respuesta de Rusia será redoblar los esfuerzos en el campo de las tecnologías asimétricas: misiles hipersónicos, sistemas submarinos, guerra electrónica. No nos espera una carrera armamentista tecnológica cuantitativa, sino cualitativamente nueva y agotadora”, pronostica.
Venezuela puede ser una inminente tropiezo para esta buena sintonía entre Trump y Putin
Tampoco se espera que con la nueva doctrina Monroe-Trump las futuras relaciones sean un lago de tranquilidad. Ya tenemos alguna muestra de que precisamente esta nueva posición del presidente de Estados Unidos puede provocar fricciones con Rusia. En el intenso pulso que mantiene Donald Trump con Venezuela, relevante aliado de Moscú en América, el Kremlin ha defendido la legitimidad de Nicolás Maduro y ha pedido a Washington que no desestabilice la región del Caribe.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha dicho temer incluso una intervención directa. “Las declaraciones generalmente beligerantes del Pentágono sugieren que, además de las acciones ilegales de hundir buques civiles sin juicio previo en el Caribe, también están planeando una operación terrestre”, dijo el jefe de la diplomacia rusa el pasado miércoles.
Y aunque haya concesiones de Ucrania en una potencial paz, no se espera que la OTAN renuncie a sus posiciones y se retire a donde estaba antes de 1997, como pedía Putin antes de intervenir en Ucrania, porque nadie se imagina que la Alianza retire sus militares de los países bálticos. Puede frenarse la acumulación de efectivos, e incluso la reanudación del diálogo sobre restricciones militares cerca de las fronteras, como una especie de análogo del tratado sobre misiles de alcance medio y corto. Pero no mucho más.
El Kremlin confía en restaurar unas relaciones arruinadas a medida que se hacen progresos sobre Ucrania
En el plano económico, como sugiere la personalidad comercial de Trump, hay muchas posibilidades de que haya acercamiento. El politólogo y experto militar Alexéi Mujin cree que las tesis de Trump son de naturaleza económica y están dirigidas a que Estados Unidos se convierta en un mediador global en conflictos y fortalezcan su posición en el comercio mundial, incluso vendiendo armas a Europa.
Un enfoque que ha quedado demostrado con pasos pragmáticos, como la reunión de Putin con los enviados de Trump, Steve Witkoff y Jared Kushner, en el Kremlin el pasado 2 de diciembre, donde además de Ucrania se habló de la cooperación económica entre los dos países. Este fin de semana, los dos americanos se han reunido con Kiril Dimítriev en Miami en unos contactos que se han hecho rutinarios en los últimos meses.
El Kremlin confía, dijo este jueves, en empezar a restaurar unas relaciones completamente arruinadas a medida que se hacen progresos sobre Ucrania. Rusia ya no es un enemigo para Estados Unidos, sino un socio económico potencial. Pero Moscú no se quiere equivocar: la OTAN seguirá estando ahí.

Hace 4 horas
1






English (US) ·