Señales desde Extremadura

Hace 3 horas 1

La clara victoria del Partido Popular en las elecciones anticipadas de este domingo en Extremadura confirma que uno de los bastiones históricos de la izquierda española ha iniciado un ciclo de mayorías de derechas. Pero ese ciclo no estará dominado solo por la derecha tradicional. Junto a la victoria del PP (29 escaños en la Asamblea, solo uno más que hace dos años), Extremadura vivió una explosión del voto de ultraderecha. Vox, que en 2019 se quedó fuera de la Asamblea y en 2023 entró con cinco diputados, registró una espectacular subida hasta los 11 asientos. El partido de Santiago Abascal es el verdadero ganador de la apuesta del PP. Un éxito de la ultraderecha en España. Tan incontestable como preocupante.

María Guardiola había convocado a los extremeños a las urnas para pedirles una mayoría más amplia que le permitiera no depender de los ultras para gobernar, una situación que empezó cuando tuvo que desdecirse de sus declaraciones anti-Vox en junio de 2023 y había alcanzado su máxima tensión con la falta de acuerdo para los presupuestos. No lo ha logrado. La política extremeña vuelve desde hoy a la casilla de salida, pero en peor situación: Vox duplica holgadamente su representación de entonces y se siente avalado por un ascenso meteórico en tiempo récord. El PP cosecha más votos que toda la izquierda junta, y Guardiola puede ser investida presidenta con la abstención de Vox, pero lo necesitará para gobernar. El PP se ve ahora abocado a la misma dinámica perversa que en buena medida es la razón por la que Feijóo no llegó a La Moncloa: depender de la ultraderecha para formar Gobierno y asumir como propias posturas extremistas que la mayoría moderada de los españoles rechazan.

El PSOE, que gobernó Extremadura durante 36 años, se hundió este domingo. No se vislumbra cómo puede revertir a corto plazo una debacle que le ha llevado a perder más de 100.000 votos y 10 escaños en solo dos años y medio. Los socialistas gobernaban con mayoría absoluta en 2019 y en 2023 fueron el partido más votado. Tras la retirada de Guillermo Fernández Vara, luego fallecido, el ascenso de Miguel Ángel Gallardo se ha demostrado un error. Incapaz de ilusionar al electorado, ha manchado las siglas al presentarse procesado en una causa judicial por haber enchufado presuntamente a David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno. Y después de una maniobra indigna para buscar el aforamiento. En el contundente rechazo a su candidatura puede haber influido el clima político nacional y el terremoto que vive Ferraz, pero la realidad es que los socialistas han concurrido a estos comicios sin propuesta y sin candidato. La ironía es que —en medio del enésimo descalabro territorial del PSOE—, el discurso nacional de Pedro Sánchez se ve en parte reivindicado con el resultado de Vox. Está por ver por cuánto tiempo y a qué precio autonómico y municipal.

Con todo, sería tener en poca consideración a los extremeños pensar que han votado para echar al sanchismo o, al contrario, para frenar a la ultraderecha global. Este domingo lo que se juzgaban eran soluciones a los problemas específicos de Extremadura, desde una inaceptable carencia de infraestructura ferroviaria hasta el desempleo, pasando por la tensión entre la agricultura, la transición ecológica y la industrialización. Y, por supuesto, la despoblación y el envejecimiento, que exigen un sobreesfuerzo al Estado de bienestar para que nadie se sienta ciudadano de segunda por vivir en un pueblo. El próximo Gobierno de María Guardiola tiene aquí sus retos, no en Madrid.

En general es temerario, en Extremadura y en cualquier otro lugar, buscar indicios sobre el futuro de España en unas elecciones autonómicas adelantadas. Sin embargo, la situación de fragilidad alrededor del Gobierno de Sánchez hace inevitable que estos resultados se vean como una toma de temperatura a la intención de voto de los españoles en la actual coyuntura. Estas eran las primeras elecciones desde hacía año y medio. Le seguirán nuevas reválidas de los Ejecutivos del PP en Aragón, Castilla y León y Andalucía.

Con su drástico giro a la derecha tras décadas de ejercer de granero de la izquierda, Extremadura evidenció este domingo el auge de Vox y la posibilidad de que los supuestamente moderados asuman el ideario ultra del partido de Santiago Abascal, contrario muchas veces a los valores democráticos. María Guardiola ha ganado las elecciones con claridad. Suya y del PP es la responsabilidad de formar Gobierno sin traicionar esos valores.

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