En Francia se suceden los robos rocambolescos en lugares insólitos, precisamente los que deberían estar más blindados. Dos meses después del espectacular atraco en el Museo del Louvre, en el que cuatro hombres se llevaron ocho joyas de la Corona francesa con la ayuda de una escalera de mudanza y varias radiales, la policía ha detenido a un empleado del Palacio del Elíseo, acusado de haber sustraído un centenar de piezas de porcelana de la vajilla que se usa para las cenas de Estado. Lo hizo presuntamente durante dos años y vendió parte del botín a un coleccionista de Versalles que, para más inri, era vigilante en el Louvre.
El diario Le Parisien ha revelado el caso esta semana, después de que la policía detuviera al citado empleado, Thomas M.; al coleccionista receptor de las piezas, Ghislain M., y a un anticuario dueño de una empresa especializada en subastas online. Los tres han confesado su implicación en los hechos, según este medio. El mayordomo admitió haberse llevado más de un centenar de porcelanas y artículos de menaje de la residencia del presidente, Emmanuel Macron.
Su trabajo consistía, precisamente, en vestir las mesas con esas valiosas vajillas y cubertería en las recepciones presidenciales. Según Le Parisien, falsificaba el inventario de las piezas para no levantar sospechas, aunque los equipos del Elíseo se acabaron percatando de que desaparecían platos y tazas de manera habitual y lo denunciaron a la gendarmería. Los agentes descubrieron la venta de algunas de estas piezas en la plataforma Vinted.
Las vajillas del Elíseo pertenecen a la prestigiosa fábrica nacional de Sèvres, creada bajo el reinado de Luis XV en el siglo XVIII. Las piezas tienen un alto valor económico y forman parte del patrimonio nacional. El Elíseo conserva una parte de las porcelanas, que utiliza para las recepciones y que tienen el sello “Palacio del Elíseo”. Son reconocibles y, por tanto, es difícil venderlas en el mercado negro sin levantar sospechas. Los investigadores calculan que el botín tenía un valor de entre 15.000 y 40.000 euros.
El abogado del coleccionista Ghislain M. ha tratado de minimizar la implicación de su cliente en declaraciones a medios franceses como Le Figaro o France Info: “Al principio le ofrecieron piezas que no tenían gran valor y no se hizo preguntas sobre su procedencia. Después, la calidad de las mismas fue aumentando y ya empezó a dudar”, ha señalado el letrado Thomas Malvolti.
La fábrica nacional de Sèvres ha confirmado que hay una investigación en curso. Precisamente, la semana pasada iba a inaugurarse una exposición de la colección de porcelanas de Ghislain M. en el Pabellón Enrique II de Villers-Cotterêts, un castillo del siglo XVI situado al norte de Francia. La asociación que se encarga de la gestión del edificio ha publicado un comunicado en el que señala que, “tras conocer el contexto judicial que concierne al propietario de la colección, como medida de precaución”, anula la muestra “para preservar la integridad y la imagen” del centro.
El giro de tuerca en la historia es que, según la prensa francesa, Ghislain M. trabajaba como vigilante de seguridad en el Museo del Louvre desde noviembre de 2023. Los tres detenidos comparecieron ante el juez el pasado jueves y están bajo control judicial. Serán juzgados en febrero por un delito de robo de bienes culturales clasificados como patrimonio nacional, penado con hasta diez años de cárcel. Ninguno de los implicados trabaja ya ni en el Louvre ni en el Elíseo. A diferencia de las joyas de la Corona sustraídas en la Pinacoteca, que siguen sin aparecer, la policía sí ha podido recuperar esta vez la mayor parte de las cerámicas robadas al Elíseo.

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