Adiós a la ‘Pax Americana’ pese a la historia compartida

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Vértigo en Occidente. El segundo mandato de Donald Trump empezó reclamando abiertamente Groenlandia y no ha parado hasta zarandear la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que evoca una Europa en ruta hacia “la aniquilación como civilización”. Un divorcio que trascenderá al trumpismo y que necesariamente será traumático.

Los cambios son vertiginosos, un seísmo geopolítico en marcha. El primer mandato de Donald Trump entre el 2017 y el 2021, que tuvo también sus dosis de inquina hacia los socios europeos, parece una balsa de aceite en comparación con el agresivo encono actual del republicano contra sus aliados de Europa, entendidos como representantes de un orden liberal que detesta.

Alemania, cuya política exterior ha sido indisociable del atlantismo y la entente con Washington durante decenios por razones históricas, toma nota y sopesa cómo tratar con una superpotencia aliada que se comporta como adversaria. “Las décadas de la Pax Americana han llegado a su fin; para nosotros en Europa y en Alemania, ya no existe tal como la conocimos”, admitió el canciller alemán, Friedrich Merz, el 13 de diciembre en Munich, en un discurso en el congreso de la socialcristiana CSU, el partido bávaro hermano de su formación, la democristiana CDU. “Aquí la nostalgia no ayuda [...]. Así son las cosas: los estadounidenses defienden con dureza sus intereses y no podemos responder de otra manera que defendiendo también nuestros intereses”.

La política exterior alemana ha sido indisociable del atlantismo y la entente con Washington durante decenios

Sin embargo, unos días antes, el líder conservador había reaccionado con poco estupor a la publicación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración Trump, documento que, entre otras perlas, evoca una Europa en ruta hacia “la aniquilación como civilización” y califica a la Unión Europea (UE) de organismo transnacional que “socava la libertad política y la soberanía”.

Casualidades del calendario: Friedrich Merz replicó a esta cuestión el 9 de diciembre durante un viaje a Renania-Palatinado, land del oeste donde están acuartelados la mayoría de los 35.000 soldados estadounidenses destacados en Alemania, una herencia procedente de la guerra fría.

“Algunas cosas son comprensibles, otras se pueden llegar a entender, y otras son inaceptables para nosotros desde una perspectiva europea”, dijo Merz a la prensa sobre el documento estratégico. Entonces advirtió a Washington sobre los riesgos del aislamiento. “En mis conversaciones con estadounidenses, les digo: ‘America first [América primero], pero America alone [América solo] no puede beneficiaros. Necesitáis socios en el mundo, y uno de esos socios puede ser Europa’”, explicó, para luego ofrecer a la Administración Trump una alternativa que de facto erosionaría a la UE: “Y si no podéis hacer nada con Europa, entonces al menos convertid a Alemania en vuestro socio”.

Merz aprovechó la histórica conexión entre EE.UU. y Alemania en su encuentro con Trump

Friedrich Merz aspira a que la Alemania actual pase de ser “una potencia media latente a una potencia media líder”, pero para lograrlo necesita cierta aquiescencia del (antiguo) amigo estadounidense, y eso exige ir con pies de plomo. Cuando Merz visitó a Trump en la Casa Blanca el 5 de junio, la prensa alemana consideró ya un éxito que la rueda de prensa conjunta se desarrollara sin ataques irascibles del anfitrión. Aquel día, Merz apenas habló y parecía incómodo, mientras Trump hablaba sin parar. El canciller prometió que Alemania gastaría más en defensa y su interlocutor se mostró satisfecho.

Merz también echó mano de la conexión histórica entre ambos países y ofreció a Trump estrecha cooperación. “Tenemos mucho en común en nuestra historia. Les debemos mucho a los estadounidenses. Nunca lo olvidaremos”, afirmó el canciller.

Tras la derrota de la Alemania nazi y la división de Europa en esferas de influencia estadounidense y soviética, a los primeros años de ocupación de la República Federal por las tres potencias vencedoras occidentales siguió en 1955 el ingreso de la RFA en la OTAN y el fin oficial de la ocupación, si bien Estados Unidos, Reino Unido y Francia conservaron el derecho a tener presencia militar en suelo alemán occidental. 

Merz ve “inaceptable” el trato de Trump a Europa y a Alemania, pero todavía intenta ofrecerse como socio

La antigua enemiga Alemania recibió ayuda del plan Marshall estadounidense para reconstruir Europa tras la guerra. Entre 1948 y 1952, la ayuda se plasmó en 1.400 millones de dólares de entonces (unos 17.900 millones de euros actuales) para la economía de la RFA, el 10% del total de transferencias de Washington a varios países europeos. Es un pasado compartido que aún resuena, aunque ya no tanto entre las jóvenes generaciones de alemanes, por mucho que lo estudien en la escuela.

En su visita a la Casa Blanca, Merz regaló a Trump un facsímil de la partida de nacimiento de su abuelo, Friedrich Trump, nacido en un pueblo alemán llamado Kallstadt, que emigró en 1885 a Estados Unidos con 16 años. Le invitó, además, a visitar Alemania el año que viene y a aprovechar la ocasión para ir juntos a Kallstadt. Estos días, pese a su solemne proclamación del fin de la Pax Americana, Merz ha vuelto a decir que la invitación a Trump a visitar Alemania sigue en pie, y el plan de un paseo juntos por Kallstadt también. El interés obliga.

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