Actualizado Domingo, 21 diciembre 2025 - 18:19
Uno de los eventos sociol?gicos que m?s atenci?n han atra?do en los ?ltimos a?os es el giro a la derecha entre la poblaci?n joven en una buena parte de los pa?ses desarrollados. Si bien los cambios en patrones de voto y ubicaci?n ideol?gica son normales y encajan dentro de lo esperable en los pa?ses democr?ticos, este giro a la derecha de los j?venes en la ?ltima d?cada destaca por tener dos patrones diferenciales respecto a otros eventos de cambios de opini?n p?blica, una marcada diferencia de g?nero y un comportamiento diferencial respecto al resto de grupos de edad.
En Espa?a este fen?meno ha sido ampliamente estudiado a partir de encuestas de opini?n como los bar?metros mensuales del CIS, como puede verse en varios amplios reportajes al respecto (ver aqu?) pero, por el contrario, a?n est?n menos claras las causas subyacentes de este giro radical hacia la derecha de los hombres j?venes. Para poder plantear una hip?tesis que permita arrojar luz sobre ello, es necesario echar la vista atr?s y visualizar, a grandes rasgos, la evoluci?n de variables relevantes para los hombres y mujeres j?venes en los ?ltimos a?os que permitan explicar este comportamiento diferencial entre los hombres.
Si bien pueden coexistir multitud de hip?tesis que ayuden a explicar el giro a la derecha de los j?venes, me centrar? en una vinculada al desempe?o de los j?venes en el mercado laboral que, a mi juicio, puede ayudar a entender lo sucedido. El primer paso para hablar del desempe?o de los j?venes en el mercado laboral es el nivel formativo, donde las mujeres de 20 a 30 a?os han mostrado un desempe?o considerablemente mejor, lo que ha derivado en una brecha (negativa, en este caso) a favor de las mujeres, que se ha mantenido relativamente estable en los ?ltimos a?os, en cuanto al porcentaje de poblaci?n con estudios superiores terminados. Concretamente, el porcentaje de mujeres de 20 a 30 a?os con estudios superiores terminados se acerca al 50%, mientras que entre los hombres el porcentaje est? en el 36%.

Adem?s de la divergencia en cuanto a nivel educativo a favor de las mujeres j?venes, desde 2010 se ha producido un proceso de reasignaci?n de ocupaciones en el mercado laboral, encabezado de nuevo por las mujeres de menor edad. Los datos combinados de la Encuesta de Poblaci?n Activa (EPA) y la Encuesta de Estructura salarial (EES) muestran como las mujeres han ganado un creciente peso en las ocupaciones con una remuneraci?n media-alta en el mercado laboral, mientras que el crecimiento del empleo entre los hombres ha mostrado m?s bien el patr?n contrario.
Ambos procesos est?n estrechamente relacionados entre s?, puesto que ha sido el crecimiento de la educaci?n superior entre las mujeres lo que en buena medida ha facilitado su acceso a puestos de trabajo con ocupaciones mejor remuneradas. En ?ltima instancia, todo ello ha derivado en una enorme reducci?n de la brecha de g?nero entre hombres y mujeres j?venes. Concretamente, la brecha de g?nero en salario por hora es ya pr?cticamente inexistente, y la brecha en t?rminos de salario bruto anual se ha reducido de un 23% en 2010 a un 12% en 2022, pr?cticamente un punto al a?o.

Este desempe?o relativamente peor de los hombres j?venes frente a las mujeres en el mismo tramo de edad puede, para muchos, ser una raz?n suficiente para justificar un mayor giro a la derecha en los ?ltimos a?os. Si bien esto puede ser cierto hay otra raz?n menos obvia, y habitualmente olvidada, que es la creciente distancia entre hombres y mujeres entre las generaciones m?s j?venes. De acuerdo con casi cualquier fuente de informaci?n estad?stica, el porcentaje de hombres y mujeres solteros (es decir, personas que no tienen pareja, tenga o no esta base jur?dica) est? creciendo con fuerza en Espa?a.
Dentro de los hombres de 20 a 35 a?os, desde 2010 se ha producido un cambio interesante respecto al porcentaje de solteros. Entre los hombres que se sit?an en tramos con menos renta dentro de su grupo de edad, el porcentaje de solteros ha permanecido pr?cticamente sin cambios en niveles extraordinariamente elevados cercanos al 90%. Ha sido entre los hombres con una mayor renta neta donde se ha concentrado el incremento del porcentaje de solteros desde 2010, con incrementos de hasta 13 puntos entre el 50% de hombres con mayor capacidad econ?mica.
Una forma de conciliar esta tendencia en el porcentaje de hombres solteros con el peor desempe?o de los hombres j?venes en el mercado laboral podemos encontrarla en art?culos acad?micos como "Gender Identity and Relative Income within Households", donde eval?an el impacto del reparto de ingresos dentro de las parejas en variables como la probabilidad de divorcio. Uno de sus hallazgos m?s relevantes, que aplica tambi?n a Espa?a, es que es poco habitual que en las parejas en edad adulta los hombres muestren una menor renta neta respecto a las mujeres, generando un punto de corte relevante en el 50%.
La suma de todo lo anterior dibuja una historia que, hasta cierto punto, permite entender el giro a la derecha de los hombres j?venes. A un persistente peor desempe?o en el campo educativo se a?ade una evoluci?n comparativamente peor en t?rminos de mercado laboral durante la ?ltima d?cada y un distanciamiento cada vez mayor de las mujeres por el crecimiento de la tasa de solteros. Asimismo, esto ?ltimo puede explicarse por la forma en la que se generan las parejas, donde lo m?s habitual es que el hombre gane al menos un poco m?s respecto a la mujer. Sea por preferencias de unas o de otros, en la medida en la que eso contin?a siendo as?, es razonable que a los hombres j?venes les cueste cada vez m?s emparejarse y, por tanto, crezca de forma significativa el porcentaje de solteros.
En ciencias sociales es relativamente habitual encontrarse en situaciones donde determinadas tendencias pueden ser a la vez causa y consecuencia de otras. En este caso, es posible que la creciente divergencia ideol?gica entre sexos est? contribuyendo a la ca?da en el porcentaje de parejas j?venes, y viceversa. Si bien puede discutirse sobre en qu? direcci?n va la causalidad, lo que parece claro es que es dif?cil modificar las causas latentes que subyacen al enfado de los hombres j?venes y que, probablemente, estas sigan contribuyendo a una brecha creciente entre sextos en esas edades.

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