Las dudas del vehículo eléctrico frenan grandes inversiones industriales

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La primera señal de alarma en Catalunya de que la reindustrialización hacia el vehículo eléctrico no marchaba tan bien como se esperaba la dio BASF el año pasado, cuando paralizó una inversión millonaria para una planta de reciclaje de baterías eléctricas en Tarragona. La confirmación ha llegado esta semana con la cancelación por parte de ICL de su planta de componentes para baterías eléctricas en Sallent. El mercado del vehículo eléctrico no acaba de despegar en Europa y la gran industria está frenando algunos proyectos de reconversión a la espera de tener una perspectiva más clara de futuro.

ICL, que pretendía invertir 285 millones de euros junto a un socio chino, explicó en un comunicado que la razón para abandonar el proyecto se debe a la decisión de EE.UU. de cancelar las subvenciones a una planta similar en San Luis (Misuri) pero también apuntó a la falta de apoyo financiero del programa europeo Innovation Fund y las malas previsiones del sector en el continente. Por su parte, la multinacional química alemana pretendía invertir 500 millones en La Canonja y, de hecho, contaba con 100 millones del Innovation Fund, pero la evolución de la venta de eléctricos por debajo de lo previsto llevó a congelar el proyecto. BASF todavía no ha confirmado la cancelación definitiva.

Las decisiones de ICL y BASF no son casos aislados en Europa. Automotive Cells Company, la alianza entre Stellantis, Mercedes-Benz, y TotalEnergies, tiene paralizados sus plantes de fábricas de baterías eléctricas en Italia y Alemania. La china SVOLT canceló sus planes de construir una fábrica de baterías en Alemania, mientras que la sueca Northvolt, la gran esperanza europea del sector, se encuentra en bancarrota. Otras empresas que han cancelado inversiones en esta década son Farasis, Britishvolt y Varta.

Volkwagen casi ha completado su plan de 3.000 millones, mientras que Lotte sigue adelante

El profesor del departamento de operaciones, innovación y gestión de la tecnología de Esade, Miguel Saiz, explica que Europa está intentando competir en un mercado claramente dominado por empresas chinas, con una cuota de más del 50%, y Tesla. “Muchas de estas empresas están ya integradas en las cadenas de producción del vehículo eléctrico, por lo que sus inversiones en plantas de baterías están más aseguradas que otras independientes”, señala. Por otra parte, apunta que muchas de este tipo inversiones necesitan periodos de más de 15 años para garantizar su viabilidad y apunta que el actual entorno legislativo dificulta la visibilidad.

En este sentido, afirma que la cancelación del proyecto de ICL es especialmente negativa porque iba a suponer la primera planta refino de fosfatos para cátodos en Europa. “Tenemos cierto conocimiento en el sector de los fertilizantes, pero era la primera vez que se iba a entrar en la industria del automóvil”, lamenta. El problema va más allá del sector del automóvil. El conocimiento sobre la fabricación de baterías se extiende a otros sectores como la electrónica de consumo o el energético.

La decisión de la Comisión Europea (CE) de flexibilizar la producción de vehículos de combustión más allá de 2035 puede empeorar todavía más la situación. “Estos cambios provocan inseguridad jurídica. El contexto normativo requiere un tiempo de asimilación. Las empresas que ya estaban ahora adaptándose a la nueva realidad o las propias familias que ha comprado un vehículo eléctrico pueden pensar que han hecho un esfuerzo para nada”, explica el secretario general del Col·legi d’Economistes de Catalunya, Àngel Hermosilla. El economista, además, sugiere que dotar de más tiempo para adoptar una tecnología puede generar todavía más incertidumbre porque cada vez aparecen nuevas en menos tiempo.

Los proyectos de ICL y BASF suponían una inversión agregada de 800 millones de euros en Catalunya

La paralización de estos proyectos es una mala noticia para los planes de reindustrialización de Catalunya, aunque es cierto que el sector del automóvil ha impulsado algunos de las grandes inversiones de la década. El grupo Volkswagen ha ejecutado prácticamente la totalidad de los 3.000 millones que destinó a España para reconvertir sus factorías en Martorell y Lambaden y la construcción de la planta de baterías en Sagunt. Por su parte, el grupo surcoreano Lotte avanza según el calendario previsto para levantar una fábrica de componentes para baterías eléctricas en Mont-roig del Camp y confía en tenerla en funcionamiento en 2027. En total, la inversión estimada es de 1.200 millones .

En este sentido, fuentes del Departament d’Empresa señalan que Acció, la agencia para la competitividad de la empresa, sigue trabajando para la captación de inversiones extranjeras que complementen la cadena local y que sirven para apoyar la transición del sector a la movilidad eléctrica. Entre las prioridades, se encuentran captar inversiones de proveedores de componentes y fabricantes de Asia o ayudar a los fabricantes como Seat o Ebro a que sus proveedores se localicen aquí.

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