Trump anunció que iba a dar un discurso a la nación, y todo el país se paralizó expectante, preguntándose qué iba a decir, porque resultaba inusual. Trump se pasa el día hablando, sí, pero no suele anunciar discursos con antelación, por lo que había grandes expectativas. Incluso circularon rumores de que iba a declararle la guerra a Venezuela, nada más y nada menos. Pero no: al final el discurso fue tan anodino que ni siquiera generó titulares destacados.
Sin embargo, dejó claro cuál es la principal preocupación actual de Donald Trump, que coincide con la mayor inquietud electoral del Partido Republicano en general: lo que han dado en llamar affordability. Lo digo en inglés porque en español la traducción más precisa sería "asequibilidad", una palabra que no suelo usar y que seguramente usted tampoco.
''Asequibilidad''
Básicamente, se trata de que los precios se dispararon tanto durante el gobierno de Biden que, aunque es cierto que en la era Trump la inflación no solo se ha moderado, sino que en algunos productos concretos —como la gasolina— los precios han bajado. Poco, pero algo, lo cual tiene su mérito.
Pero el problema es que los precios siguen muy altos y, aunque los salarios hayan subido algo, no lo han hecho lo suficiente. Por tanto, mucha gente no llega a fin de mes. Con Biden tampoco llegaban, claro, pero Trump prometió arreglarlo todo y aún no lo ha hecho. Sus aranceles, que en el discurso definió como su palabra favorita, no han hecho más que empeorar la situación. Se estima que aproximadamente el 55% del coste de los aranceles termina recayendo sobre los consumidores y así es complicado que los precios se moderen.
La inflación sigue por las nubes
Pero si esa es su gran preocupación, ¿va a cambiar algo en sus políticas? La verdad es que no. Ayer no anunció absolutamente nada nuevo. Se limitó a repetir que todo es culpa de Biden y que él está solucionando el problema lo más rápido posible. Y en parte tiene razón. Si se libera toda la capacidad de extracción de combustibles fósiles de Estados Unidos, eso no implica que de repente la producción se dispara. Simplemente se empiezan a realizar las inversiones necesarias y la producción sube poco a poco, de forma más o menos constante. Del mismo modo, si se hubieran tomado medidas importantes para contener los precios, los efectos tampoco se habrían visto de inmediato. Fíjense en Argentina: Javier Milei ha hecho prácticamente todo lo que tenía que hacer y, aun así, aunque la inflación es infinitamente menor que la que había cuando llegó, sigue siendo bastante inaceptable para los estándares de un país occidental desarrollado como el nuestro.
Ninguna nueva medida
El problema es que ayer Trump no anunció ninguna medida concreta y mucha gente atribuye el hecho de que no haya logrado contener del todo los precios a sus propios aranceles. Y tienen razón. Pero él no está dispuesto a renunciar a ellos, por mucho que sean un auténtico desastre para el país. De hecho, ayer se dedicó a venderlos con entusiasmo, afirmando que gracias a ellos se está invirtiendo una barbaridad en Estados Unidos. Aunque exageró en las cifras, para variar, aun los posibles efectos positivos para los trabajadores no se reflejan en la creación inmediata de nuevos empleos. Habrá que esperar y no queda tanto tiempo.
Ese es el gran problema de Donald Trump y de los republicanos: para cuando lleguen las elecciones de noviembre de 2026, es posible que el país no esté en una situación económica especialmente boyante. Y si eso ocurre, no tendrán la menor oportunidad de mantener la Cámara de Representantes y durante los dos siguientes años, la agenda de Trump quedará congelada.

Hace 2 días
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